ACTIVIDADES

volver

IV CONCURSO DE FOTOGRAFÍA. Murcia. Etnografía, cultura y tradiciones.

24/03/2009 - 30/04/2009 | Exposiciones temporales
Producciones Propias

 

ARQUITECTURA Y AGUA

El agua constituye hoy el mayor objeto de deseo del imaginario regional. Es el bien preciado sobre el que pivota la principal discusión de cualquier agenda. Es el elemento básico sobre el que se sigue cimentando cualquier estrategia de desarrollo. La palabra, y su significado, está en los periódicos, está en los mercados, está en los balcones de los ayuntamientos, está en los debates y está en las discusiones de los bares y de las familias.

Pero estamos hablando de una situación sobrevenida o estamos hablando de lo mismo que se hablaba en el calcolítico superior, no sé en qué lengua, para determinar la localización de un asentamiento propio de la maravillosa Cultura del Algar.

Sería interesante intentar un recorrido histórico regional siempre vertebrado por el agua; probablemente muy pocos datos relevantes quedarían fuera. Así las cosas, el agua está en el vértice del diagrama, influyendo en casi todos los parámetros, y la arquitectura, tan sensible, no se va a quedar fuera de esta influencia. Porque, claro, hay una arquitectura del agua inmediata, igual de maravillosa que de perdida: las norias, los molinos, los partidores, las acequias, los canales, los pozos, los aljibes…, y más reciente y menos maravillosa: los pantanos, las centrales, las desaladoras… Pero cómo explicar los municipios de Murcia, Lorca, Cieza, Blanca, Puerto Lumbreras,… si no es desde el agua, desde la permanente búsqueda de su aprovechamiento, de su control, de su explotación. Y luego están las huertas, todas las huertas, de todos los municipios, y están también las nuevas huertas, los nuevos regadíos que ya se extienden casi sin n por todos los lugares, de Yecla a Águilas, de Lorca a San Pedro del Pinatar. Y surge en el pensamiento el invernadero, esa arquitectura en el borde de la excelencia, pero denostada, que viene de la precariedad y la optimización.

Cambiemos de escala, pensemos en un grifo, en una cisterna, en un alcorque, en una manguera, en un canalón, en una ducha, en un cubo, en una jarra, en un vaso, en una pajilla… Y demos ahora un salto y pensemos en las redes que pueden recorrer el subsuelo para abastecimiento, para saneamiento; el deseo de que hubiera agua de pluviales y se aprovechara. Pensemos en las depuradoras, en las estaciones de bombeo. Y qué son los puentes.

Todo esto pensando en el agua dulce, la que cae del cielo y busca administrarse en el suelo, pero es que siempre se olvida que la salada también es agua y entonces la mente se abre al Mar Menor, a Cartagena o a Águilas. Y podemos preguntar, qué es un puerto, qué es un barco o qué son las fortalezas defensivas que recorren la costa y la tachonan.

Y entonces, como ese 60% del cuerpo humano, ya casi todo es agua y desde el agua, casi todo se explica y se entiende.

Pedimos agua porque, consciente o inconscientemente, sabemos de su importancia, pero no pensamos desde el agua, no la estimamos ahora en el origen de las decisiones, de los razonamientos. Quizá proceda volver hacer como en el calcolítico: buscar el agua y empezar entonces a planificar.

 

Juan Antonio Sánchez Morales, arquitecto

Febrero/2009

 

 

 

subir