El trigo era un cereal básico para la subsistencia. Existían depósitos o almacenes para años de sequía. La necesidad de ampliar los molinos y su producción fue clave para alimentar el aumento de población y el crecimiento de la ciudad.
El trabajo del molinero requería de amplios conocimientos y experiencia. Debía estar muy atento al sonido y al olor que se desprendía, para regular la velocidad de la muela, abrir o cerrar el tablacho, controlar la distancia de las piedras con el aliviador y conseguir así la molienda correcta.
El grano de trigo era el cereal que más se molía. La variedad más utilizada (y sigue siendo), el "triticum aestivum" o "triticum".
Se transportaba en carros y carretas desde las zonas de cultivo; llegado al molino, se lavaba y se dejaba mojado un par de horas; cuando la humedad era la idónea se empezaba a moler.
Mientras tanto, los animales se cuidaban en las caballerizas y los clientes aprovechaban para hacer tratos.
Años más tarde, con la Revolución industrial, vinieron los engranajes, los tornillos, los cojinetes... El mecanismo de los molinos se modificó, aprovechando aún más la energía del agua. Empezaron a utilizarse los rodetes para hacer girar varias muelas a la vez y mover máquinas limpiadoras, elevadoras y cernedoras,
Nota: las imágenes y esquemas son reconstrucciones ideales basados en el estudio de documentos de archivo y los elementos que se pueden observar actualmente.